19.9.13

Despierta.

Te escribo a ti, si. Estás ahí durmiendo, soñando.
Te escribo para ver si me escuchas, si suena loco.
Te hablo a ver si me lees, en tus sueños o en una nube, en un cirro.
Te canto a diario para ver si me bailas, como yo, en cada acera.
Te pienso segura, confiada. Como debes ser.
Te sueño, te sueño.
A ti, mujer mía, porque eres mía desde que decidiste ser libre.
Me conozco cada rincón de la ciudad, cada palabra rebuscada del diccionario, cada significado de las banderas del mundo. Me sé la lista de presidentes de países, me aprendí al caletre las constelaciones en el cielo.
Aprendí la paciencia y la tolerancia. Aprendí a comprender y apoyar. Hablo el inglés, machuco el portugués y domino el lenguaje de señas, así que por perdernos en uno de nuestros viajes no debes preocuparte.
Desarrollé el amor divino por cada cosa, más allá de lo que son, sino por lo que significan. Aprendí a cocinar lo más rico del arte culinario: la comida preparada con amor.
Me enseñaron a ser leal y también fiel. Aún no he traicionado mi esencia.
¡Despierta, despierta! Deja de soñarme, estoy aquí.
No busques utopías, ya las busqué y no existen, créeme.
No busques en libros, ni en canciones. También busqué ahí.

¡Despierta, mi negra! Ya llegué.

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